martes, 3 de mayo de 2005

03/05/05

03/05/05 

Hola a todos. 

Soy una excomponente del grupo Pilar que ha recibido autorización para redactar un post a modo de cuenta de balance y resultados del año en el que fuimos desinformados peligrosamente, y hacer públicas ciertas revelaciones definitivas, fruto de muchos meses de comprometida investigación, concernientes a los próximos would be Jefes de Estado del Reino de España, los Príncipes de Asturias. Me gustaría poder expresar que ha sido una mejoría de la princesa lo que permite nuestro momentáneo regreso, pero desgraciadamente no es así, más bien lo contrario; su futuro está sellado, y no queremos perjudicarles, pero hay ciertas realidades que el pueblo tiene el ineludible deber y derecho de conocer. 

¨El Kilimanjaro es una montaña cubierta de nieve de 5895 metros de altura, y dicen que es la más alta de África. Su nombre es, en masai, «Ngáje Ngái», «la Casa de Dios». Cerca de la cima se encuentra el esqueleto seco y helado de un leopardo, y nadie ha podido explicarse nunca qué estaba buscando el leopardo por aquellas alturas...¨. Este es el comienzo de Las Nieves del Kilimanjaro, de Ernest Hemingway; entre los angloparlantes es costumario citar este párrafo, permutado a veces por unas cuantas sentencias de El Corazón de las Tinieblas, de Conrad, o de Moby Dick, se ve que son los tres libros que les obligan a leer en la secundaria y van tirando de ahí; he de reconocer que yo hasta ahora no le había acabado de encontrar la gracia, pero mira por donde, de un tiempo a esta parte me vienen a la cabeza diversas interpretaciones, el Mito de Icaro puesto al fresco, la carcasa abandonada una vez ha hervido completamente la carne, la frígida y crispada sonrisa de la polilla atrapada en el hielo, en fin, habrá tantas lecturas como lectores, es lo bueno de marcarse proposiciones simbólicas, cada uno vera lo que quiera ver, lo que no esté se inventa, pero lo cierto es que de alguna manera, intuitiva e imprecisa, siento que este comienzo puede aplicarse a no sé qué caso que nos ronda últimamente los occipitales. 

Entramos en el año 2 DF (después de La Farsa), y se echa encima, de repente, el último verano. Hay un tiempo para cada cosa bajo el sol, un tiempo para callar y un tiempo para hablar, un tiempo para buscar y un tiempo para dar por perdido, un tiempo para reír y un tiempo para llorar, y el que se acerca es sin duda el tiempo consagrado a recoger la cosecha, que con tal siembra de vientos, ha de resultar por fuerza pródiga en tempestades; las semillas arrojadas en terreno baldío han florecido como hambrientas rosas del desastre y se ofrecen ahora en sazón; y just as every cop is a criminal, and all the sinners, saints, la mies será arrojada hacia lo alto para separar el grano de la paja, y las cabezas rodarán como espigas maduras. Ha llegado la hora. El Diablo ha dicho No. Que sea el Cielo quien les juzgue, decidimos hace ya unas lunas, empachadas hasta la nausea de sus soterradas miserias...y el Cielo les ha juzgado. Pero por favor, puestos a emitir juicios, intentemos no aplicarnos demasiado severamente, porque hay ocasiones en las que hasta el mismísimo Lucifer anda falto de una pizca de conmiseración. 

Os ofrecemos de forma condensada un extracto de todas las averiguaciones que durante tantos largos meses hemos trabajado para constatar. Os pido que las leáis y ponderéis con respeto, pues muchas personas de bien han arriesgado más allá de cualquier límite para poder reunirlas y elaborar así nuestro Minority Report. 

La princesa conoce y se acuesta por primera vez con Felipe (ocurrió todo la misma noche), en un conocido bar de copas madrileño a principios (febrero) del año 2000. Después de su divorcio con Guerrero, Letizia atraviesa un periodo de ¨reflexión¨, de ¨búsqueda de si misma¨, que le lleva a mantener relaciones del tipo aquí te pillo, aquí te mato, con un considerable número de parejas. Desde su entrada en la CNN, su cuota de popularidad en pantalla y su inequívoca habilidad para situarse correctamente le permiten ascender en el ranking, y citarse con miembros prominentes del mundillo económico, de los mass media y del espectáculo. Finalmente, consigue hacerse invitar por un celebérrimo miembro de la más pijo-rancia aristocracia a una fiesta ¨privada¨ del cerrado círculo de los ¨Elegidos para la Gloria¨. Allí conoce al príncipe. Este mantenía por entonces una complicada y tumultuosa relación con Eva Sanum, de quien estaba realmente enamorado, pero con la que tenía frecuentes distanciamientos debido a la difícil situación en la que vivían su romance; en contra de lo que se ha escrito, en esta relación la Sanum nunca trató de ¨cazar¨ descaradamente al príncipe, al que quería de verdad (lógico, sus caracteres, su amplitud de miras, sus capacidades intelectuales eran más parejas, y conectaban mejor), sino que se mantuvo siempre indecisa, sabiendo el rechazo que provocaba entre la prensa y una parte del pueblo español, rechazo que nunca pudo entender y que fue quizás uno de los motivos capitales que acabó dando al traste con su aventura; al final fue más bien ella quien decidió que ya no más, si acertó o no, eso, seguramente, (never say never again), nunca lo sabremos. 

Así que a Letizia le presentan al príncipe en aquella fiesta y comienzan a conversar; se hallaban en un mismo corrillo ya que, como decimos, su acompañante de aquella noche era alguien ¨muy cercano¨ al Preparado; al rato se van los dos juntos, y por lo visto visitaron un par de locales más antes de llegar al huerto, uno de los numerosos picaderos fortuitos que por entonces usaba Felipe para sus flirteos esporádicos, a los que recurría durante sus fases depresivas en la mencionada relación central con la noruega. Parece ser que Letizia mantenía ya por entonces una incipiente relación con David Tejera, habían salido a cenar varias veces aunque ignoramos si habían trabado conocimiento bíblico, y en teoría no concedían todavía una relevancia trascendente a sus citas. Después de este primer contacto los futuros protagonistas del cuento de hadas quedaron unas cuantas veces para verse y revolcarse, hasta que Felipe vuelve a escaparse al Indico con la Sanum y de momento, así quedan las cosas, cada uno sigue con su vida, Eva y picoteo para El, Tejera afianzándose entre fiesta y fiesta para Ella, y una sustanciosa recompensa del Heredero en forma de contrato, si bien eventual, con Televisión Española, para nuestra protagonista, tras el farewell my concubine (todo muy rápido, ¿verdad?, en ciertas vidas todo lo es), con el que resultó condecorada. Y un premio Larra. Pasan casi dos años, y Letizia comienza a barajar futuribles con David, que estaba por la labor, vivir juntos, casarse, quien sabe, mientras que lo de Felipe con Eva va cada vez a peor y acaba terminando, siendo la noruega como decimos la que más claramente dijo ¨basta¨. Y para recuperar moral, el VI PostreVI desempolva su vieja agenda del armario y se pone a llamar a una, a la otra y a la de más allá, y también a nuestra imprescindible heroína; es aquí, a principios de 2002, cuando se produce el célebre episodio de la ¨resistencia¨, Letizia se hace de rogar nada menos que dos veces antes de volver a quedar con su fugaz ex amante, y ser infiel al hombre con el que desde hacía muchos meses evaluaba toda clase de planes. Transcurre un año de ocasionales y asilvestrados encuentros adúlteros y más adelante, en otoño, tiene lugar la cenita de Erquicia, a la que la princesa logra hacerse invitar, percatándose de que acudiría el príncipe, pues ahora que sabía que la Sanum was no more el cielo podía ser el límite. Tras la velada de buen rollito y otro revolconcillo, la relación comienza a entrar en una fase más continuada y llega la ascensión relámpago en La Primera en concepto de pago por los servicios prestados, si bien por el momento ninguno de los dos especula aún a largo plazo. Letizia mantiene sus opciones con Tejera mientras se encuentra exóticamente con Felipe en St. Martín, las Baleares, Nueva York o una suite del Santo Mauro, al tiempo que acompaña a Ikea a su novio oficial para ojear dormitorios y apliques de baño. Y nuestro ¨inquieto¨ príncipe es ¨poco a poco¨ seducido por la inmensa gama de ¨recursos intelectuales¨ desplegados por la asturiana en sus encuentros. Llega la primavera de 2003 y con ella la Berrea de los Verracos (ya sabemos que eso es en otoño, una pequeña licencia literaria, please), y el Consciente Delfín siente un ardiente martilleo en el pulso y una embriagadora ligereza en los sesos; se ha enamorado. Pero todavía no piensa en boda, los hombres no suelen pensar en eso por su cuenta, hay que darles un empujoncito, y usando su relación con Tejera y su miedo a la ¨máquina de picar carne¨, Letizia le va llevando hábilmente a chiqueros. Es cierto que cuando él se decide la futura princesa le manifiesta sus recelos, su temor al rechazo dada su poca idoneidad, pero él alardea, fantasmea ante ella repitiéndole que no se preocupe, que a la opinión pública la tiene su familia en un puño, que controla todos los resortes de la información en el país y que no habrá problemas, que ante sus amenazas de tocata y fuga sus Padres tendrán también que claudicar. Llega la fase del the fast and the furious, el chantaje a los Jefes de Estado, las escapadas a tumba abierta, y también las primeras broncas entre los tortolitos, consecuencia de las tensiones del momento y de su mayor ¨convivencia¨. Felipe suelta su histórica sentencia, tan propia de un not King but Caesar, ¨esto o nada, es lo que hay¨, y se arma la marimorena; Aznar no está dispuesto a tolerarlo, a la Reina casi le da un patatús, JC trata de encontrar un método para impedirlo; y cuando todo va a estallar, unos días antes del de Ánimas, el pobre Tejera descubre inesperadamente el pastel cuando encuentra una ¨íntima¨ postal del príncipe dirigida a su pareja. Ante el panorama, Letizia decide filtrar el bombazo, con la aprobación de Felipe, y el resto...es historia.

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