jueves, 5 de febrero de 2004

9/10/2004

9/10/2004 

Hola a todos. Una de las pocas críticas literarias que nos han dejado huella se centraba en la celebérrima obra de Shakespeare, Romeo y Julieta. Por lo general, la persona que redacta estas líneas no se encuentra particularmente impresionada por este tipo de análisis, ya que son realizados por académicos cuyo empeño excede sus capacidades intelectuales, y lo que es más determinante, su sensibilidad emocional; el estudioso de las obras de otros, mediocre por definición (pues si no se dedicaría a crear las suyas propias), está demasiado condicionado por las ideas del siglo, por su propia visión de pigmeo de seminario y, ante todo, por su vanidad, valor preponderante en todos aquellos que han tenido que luchar “duramente” por destacar, frente a la psicología confundida, agradecida y humilde del verdaderamente grande, que habiéndose encontrado fortuitamente con un “don” que le permite situarse sin esfuerzo por encima de sus contemporáneos y sacar sus propias conclusiones sobre el caótico y maravilloso Universo que nos rodea, es lo bastante agudo como para darse cuenta de que el “yo” no es más que una falacia y que igual que a él, podría haberle tocado a otro. Pero el mediocre, completamente condicionado por su vanidad como decimos, se preocupará siempre más del efecto que causa su trabajo en el mundillo al que pertenece que de aquello sobre lo que está teorizando, por lo que la forma encorsetará al fondo, y lo que es más importante, tratará de “encajar” las “ideas” que pretende ver en la obra en su propio sistema de valores, sus “ismos”, que habitualmente no serán sino plantilla papagayesca de lo “politicamente correcto” esa temporada, por lo que en tal o cual autor “descubrirà” mensajes en clave para revolucionarios, conservadores, homosexuales o “salvad las ballenas” (que conste que nos encantan las ballenas, y los demás), según sople la brisa, y reducirá la pasión original con la que dichas obras fueron escritas a un vacuo discurso intelectualoide, atribuyendo al autor intenciones filosóficas y didácticas que probablemente nunca tuvo, ya que a su idiosincrasia de fumador de pipa, pajarita y obtención de cátedra cum laude todos los móviles que impulsaron a esos autores, la visión de una guerra en primera línea, el miedo a una muerte anunciada, las lóbregas paredes de una prisión, la depresión profunda, la neurosis, la soledad, o la simple y pasmada incomprensión ante el ruido y la furia que nos rodean, le vienen demasiado grandes, de suerte que nunca se preguntará porque los personajes más inmortales de la literatura son siempre suicidas, asesinos, o locos que sólo recobran el buen juicio para morir. Estos estudiosos se obcecan en la idea de que los grandes pretendían explicarnos algo, cuando quizás en lo único en que pensaban era en transmitirnos de forma irrepetible su íntima convicción de que aquí no hay quien se aclare, porque sabían que una de las pocas certezas duraderas a la que uno puede agarrarse es la de que las teorías pasan, pero la belleza permanece...sin embargo, aquella crítica, desusadamente convincente (no recordamos el autor, pero nos suena que era un creador y no un crítico), exponía que, frente a los buenos deseos de algunos “romànticos”, Romeo y Julieta habían inevitablemente de perecer para convertirse en inmortales, porque su clase de amor era de la más fugaz, irracional y espontánea, sin ningún sustento más que la misma novedad de su sentimiento y si acaso, el instinto de selección genética en su estado más puro, en fin, quien más y quien menos sabrá de lo que hablo, y que con una atracción de esta clase la fogata está destinada a arder como el escambrón, más que como un tronco de rebollo, y se extinguirá pocos meses después de su llamarada inicial. También se mencionaba, por supuesto, la oposición de las familias, algo que les unía frente al resto del mundo, tal y como a dos enamorados les gusta estar. Ahora bien, imaginaos que, aceptando el hecho consumado, los Capuleto y los Montesco hubieran acabado por tragar y, aunque nunca llegaran a quererse mucho, aceptaran una entente cordiale en plan parentela política para ir a los cumpleaños y reunirse por Navidad, etc, bueno, ¿vais viendo ya por donde vamos?, ¿en que hubiera quedado la cosa a los pocos meses?...exacto, el muchacho volviendo a sus rondallas de mandolina por Verona con sus amigotes, aburrido de su nuevo status de marido de horario fijo absorbido por el sistema, y la doncella mosqueada, buscando consuelo en otros brazos una vez superado el cabreo inicial; ya no les quedarían recónditos rincones en los que ocultarse de todo quisqui mientras el corazón martilleaba en sus pechos, despedidas tan tormentosamente dulces que robarse, “secretos” del cuerpo y el alma del otro por descubrir y alabar...y en fin, ya está todo dicho; Felipe también ha saboreado ese sentimiento de rebeldía y exhilarante afirmación del yo que le ofrecía este affaire contracorriente con Letizia, pero ahora que ya está todo atado y bien atado, es el hastío quien gana terreno a pasos agigantados. Y considerad que Shakespeare dibuja a sus personajes preadolescentes, prácticamente vírgenes, totalmente en el caso de Julieta y psicológicamente, al menos, en el de Romeo; pero estos dos no son precisamente vírgenes en ningún aspecto, por lo que la desilusión y el desinfle los sufrirán aún más en picado. De hecho, los están sufriendo ya, a tenor de los más inmediatos acontecimientos, que paso a relatar. 

Este viaje a los USA ha sido un auténtico thriller, only in America, vamos, que las giras de los Stones y los Zeppelín en sus mejores tiempos parecerían a su lado ejercicios catecumenales de los Niños Cantores de Viena. Y lo más salvaje no han sido las noches, sino los días; más que sexo, drogas y rock’n roll, broncas, broncas y más broncas, all along the way, apoteósicas, retumbantes, lapidarias; Felipe está harto, más que harto, y la princesa no cede ni un ápice, así que allí por donde pasan no vuelve a crecer la hierba, o por lo menos, la credibilidad de nuestros más señoriales embajadores ante el mundo. Ya cuando iban para allá armaron una trifulca impresionante en el avión, porque Letizia, a quien el terrible esfuerzo que le supone renunciar a sus tranquilizantes y demás muletas le provoca un humor positivamente siniestro, quería, quería...bueno, la verdad es que no sabemos ni lo que quería, ir a ver no se qué o a no sabemos quien en California, algo para lo que no había especio material en la agenda, pero por lo visto por ahí saltó la primera chispa, sin embargo esta vez Felipe no cedió como de costumbre, sino que se mantuvo firme y recriminatorio, y la tangana se prolongó durante varias horas en forma de voces, duelos y quebrantos, cabezas gachas, sudores fríos y miradas al suelo por parte de los escoltas y los Maquiavelos de turno y conmoción y pavor por parte de los pilotos. Finalmente llegaron a Albuquerque, allá por donde Cristo dio las tres voces, una especie de Teruel existe de los yankees que a falta de toricos y torazos de fuego tiene crótalos, escorpiones y cactus mescaleros (ojo, que es broma, que nos encantan Alcañiz, Albarracín y los puertos de Beceite, que carámbanos, si hasta sus propios amantes inmortales tienen, y seguro que los desiertos de por allá lejos también son dignos de verse), pero como dicen, ¿a que rayos van estos dos allí?, ¿quería la princesa supervisar las obras de restauración de la cerca de OK Corral, conocer a los nietos del hombre que mató a Billy El Niño, acordarse de El Álamo (que cae “màs o menos” cerca?...más cerca tenemos el de Navalcarnero). Bueno, en teoría iban a potenciar las fronteras exteriores del Neo-Imperio Idiomático, pero entre nosotros, pretender que una visita institucional revitaliza el uso de una lengua es como creer que la presencia del Ministro (o Ministra) de Fomento en una playa influye en la deriva continental...en fin, sea como fuere, los Calamity Asturias cometieron dos errores en su let’s go west; el primero fue buscarse una excusa tan pobre para tratar de encubrir el verdadero móvil de su periplo, y el segundo, no estar siquiera a la altura de esa triste coartada, porque la siguiente ocasión en la que se enzarzaron la concurrencia, atónita, pudo deleitarse con frasecitas desgranadas a grito pelado al estilo de; “si crees que a lo único que aspiro en esta vida es ser tu máquina paritoria, estás muy pero que muy equivocado”, o, “me tienes hasta los cojo..., el día que me harte se va todo a tomar por (tilt)”, por cierto, ambas de la princesa, Felipe, aunque no vale su peso en alfalfa, ha heredado de su madre cierto sentido del ridículo institucional y supo mantenerse quedo hasta llegar a la suite, donde estalló...a todo esto, los espectadores, incluidos angloparlantes, patidifusos, los escoltas usando sus espaldotas para tapar la escenita y los Maquiavelos abriendo trocha en plan retirada estratégica, después les tocaría sonrojarse a las paredes insonorizadas, levantando acta de una barbaridad tras otra...durante la cena, caretos de poema, y a la mañana siguiente, más jarana, es cierto que a partir del miércoles todas las peloteras fueron en privado, pero que no decaiga, cada noche estuvo abierto hasta el amanecer, ay, Borges de nuestras entretelas, te quejabas de no haber sido feliz, pues anda, que si llegas a vivir para ver esto, el jardín de los senderos que se bifurcan lo hubieras tenido que vender para que edificaran un Mc Donalds, porque registro de “bifurcaciones” como estas no se encuentran ni el en archivo de tu Biblioteca. 

Y llegamos a la parte de las nueces, Washinton D.C. Por supuesto, viaje ultrasecreto a Fairfax, si bien por el momento no tenemos ninguna información al respecto, estamos haciendo lo imposible por conseguirla. Podría ser, y podría no ser, pues el humor de la princesa no cambió, no cambió, así que, quien sabe, quizás esté así por H...o por B, o por Z, que aquí cada minuto que pasa aprende una razones nuevas para ejercer los privilegios del mal café. Lo cierto es que el abombamiento del talle de Letizia no obedece por ahora a otras causas que a las leyes universales de la entropía estética, que acaban afectando a mayor o menor plazo a todos los cuerpos sintientes, por lo visto los Hados operan también a nivel desoxirribonucleico y, en algún secreto Libro del Porvenir, estaba escrito que a partir de la treintena la curva del pompis de la princesa habría de crecer de acuerdo con el gradiente que heredó de su señora madre, pese al evidente descalabro que algo así pueda significar en su escala de valores. Volviendo a lo esencial, nos consta que en esta historia del embarazo quirúrgico se enfrentan desde hace meses el proverbial objeto inamovible, (la oposición de cualquier ginecólogo medianamente cuerdo a inseminar a una persona en su estado), con la habitual fuerza irresistible, (Zarzuela, con todos sus ases legales e ilegales en la bocamanga). ¿Quién se llevará finalmente el gato al agua?. Veremos. Por supuesto, ración mediática intensiva de fotos e imágenes en otros lugares para que nadie sospeche su verdadero destino; primero les toco escuchar la exposición “histórica” de nuestro ex presidente, y ahora conocer en persona a nuestros Príncipes...¿qué idea se habrán hecho de España los alumnos de aquella prestigiosa Universidad? 

Y por último, New York, New York is a wonderful town, con sus sempiternos high heels vagabond shoes nuestra inefable princesa aprovechó un ratito libre para visitar legendarias landmarks de la cultura global, tales como Bulgari, Cartier y Vuitton. Después dio una de violetera en ese inmenso cementerio de flores que es la Big Apple (bueno, no tanto, que con Giuliani la gran urbe se oxigenó, pero es que me ha quedado tan trágicamente Lorquiana la frasecita, que la dejo), y acudió a la cena con mantón de Manila y vestido chiné, (que conste que ese repujado en tonos morados no nos ha parecido feo). Y finalmente de vuelta al “trabajo”; nuestras últimas noticias desde el aeropuerto es que el vuelo de regreso promete, veremos. Un saludo a todos, bye bye

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