domingo, 23 de mayo de 2004

JAULA DE GRILLOS


JAULA DE GRILLOS – 23/05/2004 


Hola a todos. Como viene de fresquito el pescaito, como colea, está que se tira fuera de la sartén. Vamos por partes. Lo primero, nuestras disculpas; disculpas a tod@s aquellos que anunciaron que durante el día de autos se sucederían los signos ominosos y extraños y a quienes tomamos un poco a broma; aún a sabiendas de que estamos abusando quizás del personaje más calenturientamente lúcido de Su Poeta, debemos recurrir de nuevo a una frase del bueno de Hamlet, pronunciada mientras recorría las concurridas almenas de su envidiado y podrido castillo; “hay más cosas en el cielo y en la Tierra, mi buen amigo Horacio, de las que nuestra filosofía se atreve a soñar”, porque es de lo más cierto que calamidades como la del sábado tampoco se ven a menudo. El inmenso y negrísimo nubarrón sobre Palacio, los truenos amedrentadores, la cronométrica precisión con la que la lluvia sincronizó su irrupción y arreció in crescendo para boicotear a conciencia la llegada de los protagonistas y más en concreto la tan larga y desesperadamente anhelada entrada triunfal de la novia, son fenómenos que tuve la ocasión de apreciar en primera persona y que no podré olvidar mientras viva. La sucesión de accidentes y hechos desafortunados que se han encadenado durante los últimos días en nuestro país y la multitud de prodigios sin explicación de los que hemos recibido noticias, anormalidades meteorológicas, imágenes de vírgenes llorando sangre, avistamientos diversos, avisos a los servicios de urgencia por la aparición de extraños síntomas tipo heridas y estigmas y un sin fin de historias sobre problemas psicológicos derivados de terribles visiones y pesadillas, son sucedidos sobre los que no tengo información de primera mano y no puedo juzgar, si bien quizás con más tiempo podamos saber algo más a través de nuestros contactos en diversos ambientes religiosos. Lo que está claro es que, dicho sea con todas las reservas racionalistas, parece haber alguien ahí arriba a quien no lograron convencer del todo desde televisión de que este casamiento era un chollo. 



Ni siquiera los medios oficiales han podido silenciar el hecho de que esta boda ha sido tirante y rígida, falta de calor humano, de una tensión que podía cortarse con motosierra. Bueno, pues a nosotras, sabiendo lo que sabemos, nos ha parecido lo contrario; dadas las circunstancias, ha salido mejor de lo que nadie hubiera podido suponer. Vamos por partes. Primero haceros un comentario en off; hay quien a veces se pregunta como somos tan exhaustivas en nuestras narraciones, como podemos saber las cosas con tanto detalle; bueno, sabemos mucho, creednos, las cosas nos llegan de primerísima mano; otra cosa es que haya determinados hechos que relatamos de forma un tanto literaria para dar agilidad y hacer más entretenida nuestra lectura. Por ejemplo, si contamos el ya célebre episodio de los polvos de mostaza en Miami, podéis tener por seguro que sabemos que una oronda agente de color encontró dicha substancia en el bolso de Letizia; otra cosa es que a la puerta del baño llamará dos o tres o más veces o incluso que no llamara, que interceptara a Letizia antes de que esta tuviera tiempo de cerrarla. Por supuesto que no sabemos que ocurrió exactamente cuando el Príncipe y su amante fueron descubiertos en la habitación, pero a la vista de la escena posterior del crimen y de lo que nuestras fuentes nos relatan a posteriori, podemos hacer una reconstrucción de los hechos bastante ajustada. En estos pequeños detalles puede haber algo de aportación literaria, pero todos los temas de fondo son estrictamente verídicos y comprobados. También hay quien dice que lo que contamos es demasiado increíble; ahí no tenemos nada que censuraros, nosotras somos las primeras que nos quedamos atónitas de ver las cosas que ocurren; si fuera al revés, yo no me creería probablemente ni media palabra. Pero son ciertas. A las personas que viven vidas decentes y normales todas estas cosas le parecen imposibles; imagino que de igual forma el pueblo de Roma desconfiaría cuando le explicaban que sus emperadores mataban a sus madres o se comían los fetos no natos de sus vástagos; pero aquellos que se mueven en altas esferas de dinero y poder sufren pasiones desatadas nacidas de la vanidad, la ambición, el afán de dominio y el sexo que en otros niveles son difícilmente imaginables. 



Y las cosas ahora están así; la relación entre los diferentes miembros de las familias Borbón Grecia y Ortiz Rocasolano son de todo menos fluidas. Y entre los componentes de la familia de la novia existe asimismo un avispero de rencores; el abuelo asturiano no se habla con su en teoría legítima esposa (de cuyo hijo no es el padre), la locutora del Libro Sagrado; por supuesto (y eso parece hasta lógico) que la Togores no se habla con Paloma, que a través de Letizia vetó su asistencia al evento: Thelma no se lleva excesivamente bien con ninguna de sus dos hermanas, por un capítulo que parece tener su origen en cierta rivalidad juvenil por los cariños de un antiguo conocido suyo y de su hermana mayor; naturalmente que Paloma y su ex, ni acercarse; desde el divorcio, no se puede decir que Letizia y su padre sean uña y carne; tampoco las otras dos hermanas le tienen en gran aprecio, solo la abuela Menchu es una incondicional de su ilegítimo y corporativo retoño. Y finalmente, marginados por todos sin que hasta ahora sepamos muy bien el por qué, los abuelos de Alicante, los auverneses de la Finca Fanegas, que por cierto, parecen ser los únicos presentables de la casa, simpáticos, trabajadores y sin nada que esconder, y que se sentían fuera de lugar el sábado rodeados por semejante caterva de zorras, vividores, borrachos y demás envidiables exponentes de la más Alta Sociedad. 



Y en cuanto a sus problemas con la Familia Real, han ido en aumento debido sobre todo a la total falta del sentido de la perspectiva y la oportunidad por parte de la familia de la contrayente, que a pesar de ser la parte agregada se ha creído desde el primer momento con derecho a proponer y disponer a su antojo, y cuando por exigencias del protocolo no ha habido más remedio que recordarles su sitio, han torcido el morro. Lo que no perdona Mamá Rocasolano es que la hayan dejado fuera de primera línea en los cortejos nupciales. Querían además invitar a familia lejana que por necesidades de espacio ha tenido que quedarse fuera, y por supuesto que por el tema de su nueva esposa el Sr. Ortiz estaba que echaba chispas. En cuanto a las relaciones de Letizia con la Reina, son las que todos sabemos, y si mirasteis la cara de Sofía durante la misa no necesitareis más aclaración; naturalmente que este particular desprecio hacia su madre ha puesto a Cristina y Elena contra su cuñada, (y por ende también a Iñaki y Jaime). El Rey, poco amigo de roces domésticos, procura fundirse con la decoración (bueno, en este caso, es una forma de hablar, por que si lo hiciera...), pero es consciente del papelón que están haciendo y de lo que les espera. Y Felipe...bueno, Felipe sigue en su nube, la canita al aire del otro día fue solo un desliz, pero está enamorado de su mujercita, y si hay que definirse, lo tiene claro, aun antes de que le dejen terminar; Ella. Pero ni Letizia ni el resto de su familia le perdonan dicha humillación, y de ahí las tiernas miradas que la novia le dedicó durante la ceremonia. Bueno, a ver, ¿dónde estoy, que me pierdo?...no sé si me dejo algo, espero que no, pero vamos, ya os hacéis una idea, ¿no?. Las cosas ya estaban que ardían antes de la noche de los pasillos largos, y durante la boda, saltaron chispas de todos los colores, unos no se saludaron, otros se negaron el apretón de manos en la Iglesia, y etc, etc. 



Como ya os anticipamos, Sofia está destrozada; en primer lugar, como cualquier madre quiere lo mejor para su hijo, su felicidad, y con lo que lleva visto y oído duda mucho de que vaya a encontrarla en esta relación; en segundo se da cuenta del soberano ridículo que después de pasar una vida sacrificando sus impulsos para evitar se le ha echado encima de esta forma tan repentina e implacable. Y en tercero, estos meses han sido un auténtico calvario; todos sus conocimientos y experiencia del buen hacer en una celebración como esta acumulados durante una vida como profesional de la Corona, han sido arrojados a un lado sin contemplaciones y con las peores maneras posibles. Lo último, la modificación y supresión de algunas etapas ya preprogramadas en el trayecto de la pareja que Letizia se negó a llevar a cabo alegando problemas de tiempo y que podrían causar daños en su traje; no necesito especificaros a que me refiero y la gravedad del tema, ya se ha comentado a nivel nacional. De todo lo demás, hay para empezar y no acabar; anécdotas de pies fuera del tiesto, a docenas; ni el exquisitamente diplomático Pertegaz ha podido soportarla sin largar, pero en todo eso, como ya lo van a ir contando en los medios oficiales, no entramos



Hemos tenido un pequeño debate interno sobre la procedencia o no de dar nombres y apellidos en las aventuras de alcoba que vamos a relatar a continuación, pues en esta boda, como en casi todas, hubo varios fugaces rolletes. Naturalmente, el pretender que no se llevaron a cabo por parte de los más jóvenes (y de muchos de los menos) jolgorios y jaranas es otra mentira más; como de costumbre, se llevaron las salidas en secreto manipulando descaradamente a los contribuyentes. Hemos decidido que solo citaremos datos concretos de aquellas personas que han abusado o abusan flagrantemente del erario público español y se respetará a los demás, pues el resto, aunque gorrones, al fin y al cabo estaban invitados. Pero al grano. La noche del viernes al sábado se celebra la cena y ya algun@s quedan descolgados; tampoco penséis que el primero en caer y quedarse durmiendo la mona fue necesariamente el que más bebió (apúntate cinco, figura, además, para lo que te perdiste; entre el ambiente y los gregorianos de Mari Castaña hubieras acabado de echar toda la papilla), fue simplemente el que menos aguantó. A su término, con el postre en la boca, el resto de los sandungueros locales y foráneos se disponen a rentabilizar al máximo su Madrid connection y se largan a un exclusivo local nocturno muy cercano a uno de los dos Grandes Hoteles de la capital reservado a tal efecto. Y empieza el espectáculo; como en una bomba de racimo, cada cartucho se desparrama buscando su objetivo tejiendo una maraña que ni el mismísimo AWACS que sobrevolaba nuestras cabezas hubiera podido computerizar. A destacar esa noche, el increíble esfuerzo de las hembras de la familia Rocasolano por estrechar lazos diplomáticos con el Gran Mundo. Desde Simeón de Bulgaria a algún prestigioso escritor, todos entran en el punto de mira de Paloma, que sin embargo, hasta donde llega nuestro conocimiento, retorna sobria y acompañada únicamente por otras dos damas al hotel cuando se echa encima la hora de la peluquería. Erika no puede superar el desagradable handicap que supone la presencia de su marido en la fiesta, y tras algunos arriesgados escarceos con un apuesto querubín nórdico del más rancio abolengo también tiene que dejarlo para otro día. Mejor suerte disfruta Thelma, que acaba desapareciendo con un atractivo madurito de la nobleza local. Pero una vez más, la parejita fue el alma de la fiesta; Letizia, borracha como una cuba, pasándoselo bomba con la música de salsa, y tras comprobar que los ídolos musicales de su juventud estaban desde hace años totalmente integrados en el reino de la pluma (de hecho, dos de ellos, un compositor pop bendecido por las musas que en dos semanas se saca de la manga una obra sinfónica imperecedera y otro que...bueno, y otro, se fueron también en el mismo taxi), continúa la progresión lógica y tras intentarlo sin éxito en alguna galaxia balompédica muy lejana aterriza finalmente de sopetón en el siempre aguerrido y viril mundo del Toro. Pero para su mala suerte aquel era un matador atípico, un buen chico, modosito, de impecables modales y encima...con su mujer al lado. Así que cuando Leti le agarra y le arrastra en plan A Dios Le Pido, al muchacho se le pone la cara de todos los colores y ensaya un conato de acción evasiva, pero Leti, que posee en las manos mucha más fuerza de la que parece, le tiene bien trincado y comienza a arrimarle los hociquines peligrosamente; la esposa del asediado ya iba a agarrarla de los pelos cuando aparece Felipe, que había estado charlando en una esquina con sus primos de aquí y de allá (y marcado de cerca, todo hay que decirlo, por dos preciosas rubias de alcurnia a las que al menos por esa noche él no quiso dar cancha), y dominando su furia (a pesar de su poco intelecto, el príncipe bebe poco y es capaz de controlarse a sí mismo en estas situaciones bastante bien), arranca delicadamente a su casi señora de los brazos de la víctima y emprenden unos giros latinos por la pista (es verdad que Letizia baila bastante bien, incluso mejor cuando ha bebido; Felipe no es Fred Astaire, pero...) que son saludados con algunas palmas por las parejas de los alrededores. El príncipe aprovecha para arrastrarla hasta la puerta y llevársela para Casa (¿os vais explicando las caras de poco sueño del personal al día siguiente?). Bueno, pues así transcurrió la cosa; hubo más, algún flirteé al más alto nivel que haría las delicias por meses de la prensa rosa (hay que entenderlo, muchos son familia (y a la prima, se le arrima), se ven poco, y casi nunca pueden alternar con gente de su rango morganático), pero nosotras no vamos a desvelarlo, que esto ya se está alargando mucho, y no nos gusta dañar reputaciones de terceros y mucho menos dar dinero a ganar a todos esos sopla...,si quieren averiguarlo, que se busquen la vida ellos. 



Y en cuanto al bodorrió en sí...lo que ya se vió. Hay quien dice que la actitud robótica de Letizia durante la ceremonia se debe a que todo el asunto es un montaje; no lo es. Felipe está realmente enamorado de ella, incluso cuando haya algunas veces que no la aguante. A ella la guía su ambición y una especie de necesidad patológica del llegar a lo más alto. La relación que tienen es bastante compleja; como hombre simple, pusilánime y aniñado que es, al príncipe le fascina la frialdad y dureza que ella es capaz de mostrar; cuando intenta ser atento o protector, ella le responde indiferente o despreciativa, y esto a él a la vez le confunde y le atrae. A su vez la Princesa, que sufre graves desequilibrios psicológicos, es totalmente imprevisible; según nuestro entendido en psiquiatría, su trastorno le impide sentir espontáneamente sus emociones, y oscila permanentemente entre el control exacerbado y glacial de los acontecimientos (como durante la boda), y los ataques de furia incontrolada, cuando el vaso se llena (suerte para ellos que ese día no tocó). Por supuesto, una relación así no tiene ningún futuro; en cuanto a Felipe se le pase está infantil fascinación volverá a ser crónicamente infiel (como el otro día), y será lo más lógico, pues un hombre criado en su ambiente y con tantas facilidades tendrá oportunidades sobradas que no desaprovechará, pues dentro de pocos años no encontrará nada en esta esposa físicamente mediocre y psicológicamente inabordable, que ya ha entrado en fase de rápido declive. Como ya hemos comentado, ella es prácticamente incapaz de engendrar y además su propia tensión interior la hará envejecer muy deprisa, probablemente tendrá amantes pero no encontrará cariño en ninguno, lo de la bebida puede ir a más, los medicamentos, y si algún día la prensa tiene ocasión la despedazará, pues en el mundo periodístico, sobre todo entre las mujeres, se la odia de forma considerable. Es una pena. Esto es una jaula de grillos. Hemos gastado 25 millones de Euros en el capricho inconsciente de un niño malcriado (como dice cierta pareja de brillantes humoristas, si hay que gastar, se gasta, pero gastar pa ná...), en una farsa que no se mantendrá mas de cinco años, impensable que supere los diez. Los medios lo saben e incluso ahora ya están empezando a despertar. Pero no todos, en el ABC y El País, principales publicaciones de nuestro idem, hipocresía total; ni siquiera se menciona la cifra de gente que salió a la calle, dato importantísimo y de lo más significativo, que es un anuncio de los tiempos que han de venir; solo una pequeña frase en un artículo secundario del especial de boda del País, titulado Un Madrid inusual, hace referencia a ello,”Los efectos de esa imagen (haciendo referencia a las calles vacías ante el paso del Rolls Royce blindado) se descubrirán con el tiempo”. Esto es sin duda alguna el primer paso hacia el fin de la presente encarnación de la Monarquía en nuestro país, y creo que lo bueno es que la gran mayoría de la población en el fondo se alegra. 



Como Juan Carlista, nunca había compartido o tan ni siquiera entendido a aquellos que colocaban su figura en el mismo plano que la de el extinto dictador. Ahora sí. No el Rey como persona, pero sí la Monarquía como institución incuestionada e incuestionable, como engranaje con facultades para ejercer su arbitraria voluntad por encima de todas las leyes y derechos de los ciudadanos, más allá del bien y del mal. En aquella plaza había claramente no diré ya dos castas, sino incluso dos especies biológicas infinitamente alejadas; una era la de los invitados, los únicos que contaban, cuya única obligación en este mundo parecía no consistir en otra cosa que en hacer lo que les diera la más despótica gana, y la otra la de los demás, la chusma, el (exiguo) rebaño de infelices que se apelotonaba incómodo y excitado, muerto de frío y empapado bajo la lluvia, con el único objetivo de conseguir algún breve vislumbre de los primeros (una gran mayoría eran guiris, pero también bastante producto nacional, principalmente de provincias, familias con niños pequeños y personas de edad media avanzada) y que era mantenida insultantemente a raya como si su contacto o su sola visión pudiera provocar de alguna manera efectos contaminantes en aquellos que vivían graciosamente a su costa. Entre ellos el sistema, con toda su inapelable potencia de fuego, se encargaba de que no hubiera filtraciones. Aquí, aquí si que me gustaría tener un mínimo dominio de los recursos literarios para transmitir de forma vivida y precisa la sensación que me embargó ante aquel espectáculo. Por primera vez en mi existencia, comprendí de forma instintiva todo el tenebroso y aplastante significado de la palabra Fascismo. En las altas botas negras de los Pretorianos, en las oscuras y amenazantes bocas de sus subfusiles recién engrasados, en el omnipresente y avasallador estruendo de los helicópteros sobre mi cabeza. Veamos, no quiero excederme, me gustaría ser ecuánime; comprendo que eran necesarias fuertes medidas de seguridad. Pero también comprendo que después de semejante experiencia he de renunciar definitivamente a mis convicciones monárquicas; no nos engañemos, un espectáculo como ese sólo tiene un nombre; Teocracia; el Emperador del Japón no desciende del mono, sino en línea directa de Amaterasu, la diosa del Sol. Todos los reyezuelos árabes alegan lazos de sangre directos con el profeta, y nuestros Reyes lo son por la gracia de Dios. Y eso conlleva implícitamente una animalización o cosificación del resto de los seres humanos que no comparten dicho origen divino, y por ende un absoluto derecho sobre la vida y la muerte de sus súbditos por parte de los que pretenden tenerlo; a un nivel más moderado en la forma pero que descansa sobre esa misma filosofía subyacente de fondo se han llevado a cabo todas las arbitrariedades y abusos relacionados con esta boda durante los últimos meses, cristalizando y alcanzando su climax en el espacio y en el tiempo en aquel preciso instante en La Plaza de Oriente. Como han dicho varios internautas, el sueño acabó; hemos despertado de pronto y nos hemos dado cuenta de que lo que tomábamos por un régimen de libertades consolidadas no es más que un espejismo, que los fantasmas siguen asomados a los balcones de La Plaza. Y algunos, viéndonos despiertos, están empeñados en volver a hacernos dormir, pero eso ya no puede ser, es demasiado tarde. España está muy por delante de todo lo que ha pasado, y no corresponde a un país como el nuestro mantener semejantes despropósitos. Algún día, si nos atrevemos, (pues no vamos a pretender siendo recién llegadas al bando republicano dar consejos a los que siempre han estado allí) quizás expongamos nuestra visión de una república para el siglo XXI, una república para todos que mire solo hacia delante, sin ningún ánimo de remover el pasado o de pueril revanchismo, una república donde cualquier ciudadano de cualquier ideología pueda sentirse representado y a gusto con sus símbolos. De momento solo queremos aprender. De hecho, como se ha dicho ya, si ahora mismo se proclamase una república como la anhelada, no tendría por qué afectar más que a una sola familia (bueno...a dos). En todo momento seguiremos reconociendo y agradeciendo la imprescindible aportación de los Reyes a la democracia durante estos treinta años y a mi personalmente no me importaría (y me gustaría, si ellos así lo quisiesen) que vivieran felices y comieran perdices en esta república de ciudadanos realmente libres e iguales disfrutando de su derecho a la dignidad y al mayor de los respetos como todos los demás. 



Nos reímos mucho cada vez que de forma más o menos explícita arremete contra nosotros algún soplagaitas de la chusma que escribe. Cada vez que alguien aventura en un foro un apellido con el que etiquetarnos el susodich@ se apresta a publicar un artículo particularmente baboso a efectos de desmarcarse de la sospecha. Bueno, pues tanto por su bien como sobre todo por el nuestro vamos a dejar algunas cosas claras; no somos, a Dios gracias, ninguno de los que se han nombrado; en primer lugar, el verde de nuestros ojos es claro, limpio y sereno, nada que ver con amarillos impreso-escleróticos, somos bastante más jóvenes (y mejor parecidas) que todos esos mamporreros del Inserso (cuando la vejez es sabiduría y dignidad, es respetable como ninguna otra cosa; cuando es el acúmulo de una vida de falsedades y arrastres, ya no). Tampoco tenemos nada que ver con cierto ex mercenario redactor de best sellers ratoneros que hace poco se permitía criticar a Borges y ahora pretende darnos a todos clases de ética cortesana (tate zape, si es que estaba invitado). No somos nombres resonantes del circo mediático ni mucho menos consagrados en el mundo literario, ni nos consideramos (ni lejanamente) con talento suficiente para ello; pero no nos hace felices que nos comparen con según que gente; somos conscientes de que se nos lee con atención en círculos refinados, y que más de un sabiondo de tertulia se ha hecho eco de nuestras exposiciones tanto en la forma como en el fondo; somos conscientes de que en este momento y con respecto a la triste peripecia que sufrimos no hay un solo artículo de la prensa oficial digno de ser leído, y que es solamente en Internet donde se pueden encontrar reflexiones decentes realizadas por aficionados como nosotras mismas, empujadas a la arena como Espartaco ante el nauseabundo plante a la inversa de la piara fuenteovejunera (de nuevo a la inversa). Y somos conscientes de que si alguno de esos cretinos que cobran por escribir tuviera dos dedos de frente se habría dado ya cuenta de que la situación actual es una ocasión en bandeja para que algún periodista medianamente sagaz se lanzara a barajar futuribles que en muy breve plazo es prácticamente seguro que el tiempo confirmará. Ahora que la vieja España de siesta y moscas ha devenido en esta España 21, Zapping y Trepping, ¿dónde, dónde está nuestro poeta? con su sayón con hechuras de rapero debería estar cantando aquello de “Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios; uno de los dos casados ha de helarte el corazón”, a veces me pregunto que va a quedar para la historia de la literatura de los últimos veinte años, o mejor dicho, de las obras publicadas por personas que hoy tienen menos de cuarenta y cinco o cincuenta años, ¿las Historias del Kronen? (no lo digo en plan irónico); marujas trepizoides ganando Premios Planeta, plumillas mono-tema siempre atentos a la voz de su amo con su ocasional ripiado pseudogregueril y Manolito Gafotas. Todos a la que salta para colocar su rebuzno a remolque de la actualidad más vocinglera y chabacana y embolsarse una pasta. El Príncipe de Asturias, para Harry Potter (a tal señor, tal ganador). ¿Y si nos montáramos nosotras un personaje estilo Pelayín Potter y la Caja Escondida?; un par de miles de millones de euros no nos vendrían pero que nada mal. En fin, esperamos no ser injustas con ningún autor, lo cierto es que últimamente ya no leemos tan aceleradamente como antes (tanto que leer, tan poco tiempo). 



Madre mía, como nos hemos enrollado. Pedimos perdón a los que hayamos aburrido. A partir de ahora nuestros posts serán mucho más espaciados, solo los desarrollaremos si hay algo de gran interés que contar que los medios silencien, pues los descalabros de la parejita son algo tan cotidiano que no merece la pena seguirlos día a día; además, es muy probable que empiecen a llegaros por medios más oficiales, con lo cual nuestra misión habrá terminado; dentro de unos cuantos meses o años veréis a los gacetilleros consagrados reflejar en sus crónicas las mismas ideas que nosotras hemos dejado aquí, y quizás alguno, muy pocos, nos recordareis entonces. Bien, no importa; nos lo hemos pasado en grande. Muchas gracias a todos y preparaos, dentro de poco estaréis todos en primera fila presenciando un espectáculo de lo más entretenido. Buena suerte.

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